Papa Francisco: se silencia una voz crucial contra las políticas que impulsan Donald Trump y Javier Milei

El mundo despide con pesar a Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco, quien falleció este lunes a los 88 años tras un accidente cerebrovascular que lo llevó a un estado comatoso y un colapso cardiovascular irreversible. Con su partida, concluye un pontificado de 12 años definido por un enfoque transformador y social, y se pierde una de las figuras más influyentes que desafió a los gobiernos de derecha en pleno ascenso, particularmente en Estados Unidos y en nuestro país.

Muy rápido y poniendo en juego su instinto político y social, Francisco, el primer pontífice de origen latinoamericano y miembro de la Compañía de Jesús, se transformó en un firme defensor de los desposeídos, los migrantes y los sectores vulnerables, erigiéndose como un símbolo de principios éticos en un escenario global de creciente división. Su discurso, centrado en la equidad, la solidaridad y la denuncia del modelo económico predominante, entró en franca colisión con las políticas de líderes como Donald Trump en Estados Unidos y en la Argentina, primero de Mauricio Macri y luego de Javier Milei, representantes de una derecha que impulsó proyectos de liberalización económica.

Un opositor directo a la gestión Donald Trump

En Estados Unidos, Francisco se destacó por cuestionar las medidas migratorias de Trump, en particular su propuesta de expulsiones masivas. En una misiva dirigida a los obispos estadounidenses, el Papa alertó sobre los peligros de discursos que deshumanizan a los migrantes, calificándolos como incompatibles con los valores cristianos. Esta postura le atrajo críticas de sectores tradicionalistas del catolicismo en ese país, que percibían su liderazgo como un freno a sus objetivos conservadores. Su reunión con el vicepresidente J.D. Vance, el último dignatario recibido antes de su muerte, no logró suavizar las diferencias: Francisco reafirmó su rechazo a las políticas migratorias, comparando los centros de detención con “lugares de reclusión inhumana”.

El Papa también interpeló a Estados Unidos en cuestiones como el calentamiento global y la brecha económica. Sus documentos “Laudato si’” (2015) y “Fratelli Tutti” (2020) condenaron los excesos del sistema capitalista y las corrientes populistas, desafiando directamente el modelo económico respaldado por Trump.

En un contexto donde los recortes a la asistencia internacional, como los aplicados por USAID, afectan a los más necesitados, Francisco fue un recordatorio constante de las responsabilidades éticas de las naciones poderosas.

El papa Francisco y la relación tensa con su tierra natal

En su país de nacimiento, el vínculo de Francisco con el gobierno de Javier Milei estuvo marcado por profundas discrepancias ideológicas. Milei, quien ordenó una semana de duelo nacional tras el fallecimiento del Papa, mantuvo una relación distante con Bergoglio, al que llegó a llamar “el representante del maligno en la tierra”. El economista liberal libertario, defensor ideológico de un modelo de mercado irrestricto y anárquico (pero que en los hechos se ha transformado en gobierno intervencionista en algunas cuestiones) y reducción del Estado, contrastaba con el mensaje papal, que rechazaba las estructuras económicas que “condenan a los más humildes”. Aunque Francisco no visitó Argentina durante su pontificado, dejó su huella en la Iglesia local al nombrar cardenales de perfil progresista y trasladar la sede primada de Buenos Aires a Santiago del Estero, un gesto que priorizó a las regiones más postergadas.

La influencia de Francisco en Argentina trascendió lo religioso. Su respaldo a los sacerdotes de las villas, su lectura permanente de los avances de la política vernácula regresiva y su apoyo a las organizaciones sociales representaron un contrapeso a las políticas de austeridad de Milei, criticadas por su impacto en los sectores más frágiles. Si se lo piensa, en un país de fuerte tradición católica, pero atravesada por la polarización, la voz del Papa fue un llamado a la cohesión y el entendimiento, valores que ahora quedan en riesgo tras su ausencia.

Un hueco en la escena humanista global

El deceso de Francisco deja un vacío en un mundo donde las derechas radicales ganan terreno. Su mensaje contra la inequidad, la acumulación de riqueza y la exclusión social fue un pilar para las corrientes humanistas y progresistas.

Mientras líderes como Trump y Milei fortalecen su influencia, el próximo cónclave en el Vaticano será un espacio de tensiones, con sectores conservadores buscando un Papa alineado con sus prioridades.

No obstante, el legado de Francisco perdurará. Sus escritos, su estilo austero y su compromiso con los más necesitados seguirán inspirando a millones. En un mundo dividido, su exhortación a “tender puentes” se presenta como un mandato para quienes asuman su causa. Por ahora, el duelo mundial refleja no solo la pérdida de un guía espiritual, sino de un visionario que desafió sin temor a los poderosos en defensa de la justicia.

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